Ayer llegó Pedro. Desesperado por llegar, le envió un mensaje a su mamá cuando cruzaba Cárdenas Tabasco con la idea de que estuviéramos en la terminal a su llegada. Inexplicablemente, Gladis estaba muy tranquila antes de la llamada, aún cuando yo le había asegurado que Pedro llegaría alrededor de las 8 p.m. Tranquilamente se tomó su cafecito y alrededor de las 7 p.m. me dijo que fuéramos a Reforma por las ventas de ese día. Nos dirigíamos a Reforma cuando llegó el mensaje de Pedro que estaba cruzando el municipio de Cárdenas Tabasco, distante una hora de Villahermosa. Hasta ahí le cayó el veinte de la hora. Hasta yo salí regañado por haberla llevado a Reforma.
-Si sabías que Pedro llegaba a las 8 p.m. ¿para que me hiciste caso de ir a Reforma? –me dijo bastante enojadita (¿?).
Así las cosas, Pedro llegó antes que nosotros. Lo encontramos ya afuera de la terminal con una cara que parecía decir “parece que no somos familia”. Subió a la camioneta con una cara de pocos amigos, mientras nosotros fingíamos demencia. Pronto se le pasó lo amargocito y nos empezó a platicar de su viaje de regreso. Ale, sin pérdida de tiempo le empezó a clavar el diente a las “semitas” que trajo. Después supimos que su tía Yola prácticamente se las escondió en la mochila para que se las trajera a Ale. En este momento, son las diez de la noche y solo lo he visto como 15 segundos. Seguro que aún no termina de resolver todos los “negocios” que dejó pendientes por acá. Lo que se distingue desde lejos, es la pancita que trajo de Guadalajara.
-Si sabías que Pedro llegaba a las 8 p.m. ¿para que me hiciste caso de ir a Reforma? –me dijo bastante enojadita (¿?).
Así las cosas, Pedro llegó antes que nosotros. Lo encontramos ya afuera de la terminal con una cara que parecía decir “parece que no somos familia”. Subió a la camioneta con una cara de pocos amigos, mientras nosotros fingíamos demencia. Pronto se le pasó lo amargocito y nos empezó a platicar de su viaje de regreso. Ale, sin pérdida de tiempo le empezó a clavar el diente a las “semitas” que trajo. Después supimos que su tía Yola prácticamente se las escondió en la mochila para que se las trajera a Ale. En este momento, son las diez de la noche y solo lo he visto como 15 segundos. Seguro que aún no termina de resolver todos los “negocios” que dejó pendientes por acá. Lo que se distingue desde lejos, es la pancita que trajo de Guadalajara.
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