Terminé de leer este libro de Ray Bradbury. El título en realidad no me decía nada, por ese motivo aplazaba su lectura. Dicen los eruditos que pertenece al género de la distopía (contrario a la utopía), y creo que con justa razón. Los invito a que conozcan la vida de Guy Montag y la sociedad en la que vive. Es una historia que nos acerca al futuro (o tal vez sea un mundo paralelo y contemporáneo al nuestro). En mi opinión, es un futuro que deja un fuerte sabor a presente. Si se interesan por conocer como viviría una sociedad tecnificada en donde la industria del entretenimiento es un artículo de primera necesidad, entonces tienen que leer esta novela. En esta sociedad como en la nuestra, la ley natural de “sacar el máximo provecho con el mínimo de esfuerzo”, es llevada a su cúspide más alta. Me pregunto ¿Será cierto que el único camino a la felicidad es la ignorancia? Los que piensan que sí se preguntan: ¿Quien vive feliz sabiendo que le queda poco tiempo de vida? ¿Quien vive feliz sabiendo que lo engañan? ¿Quién vive feliz sabiendo que ha sido un tonto o un mediocre? ¿Quien vive feliz sabiendo que no dejará huella en su paso por la vida? ¿Quien vive feliz sabiendo que ha sido utilizado? Siempre habrá personas infelices que nos muevan el tapete con advertencias melodramáticas que dizque porque han visto u oído algo, que porque tienen información privilegiada, que dizque esto, que dizque lo otro; entonces nuestra primera reacción será ignorarlas, injuriarlas o juzgarlas. Una cosa es cierta, en muchas ocasiones la verdad indigesta y lo primero que hacemos es ignorarla. Entonces ¿que caso tiene andar incomodando a la gente que es feliz con lo que sabe y con lo que tiene? Personalmente me niego a creer en esta simplicidad aunque todo parezca indicar que es lo más común. Prefiero seguir siendo un infeliz y continuar con mi afán de hacer infelices a los que quiero aunque parezca un completo orate.
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