La tarde de hoy nos fuimos a Villahermosa a dejar a Ale. Antes de dejarla en casa nos detuvimos en la tienda de suburbia a comprarle dos blusas (terminaron siendo como diez). Como siempre sucede, Ale se tardó horrores. Para no desesperar hice lo que siempre hago en estos casos, me dirigí a la salida con la intención de ver a los murciélagos revolotear. Se acercaba la hora en que hace tiempo observé aquella lechuza blanca emboscando a estos roedores alados. Sabía en qué lugar ubicarme y hacia donde mirar. No habían transcurrido más de 5 minutos cuando escuche un ruido, como disparo de arma de fuego. Eso no fue producido por el escape de coche –pensé. No había terminado este razonamiento cuando escuché otra detonación, más cercana que la anterior. Sí, con toda seguridad, son disparos de pistola –razoné. Acompañando esta idea sobrevino el tercer disparo. Esta última detonación me permitió ubicar el lugar de origen. Al mismo tiempo en que dirigía la mirada hacia el paso a desnivel de Ruiz Cortines empezaron a hablar las tartamudas. Se desató el tableteo de los rifles automáticos, las ametralladoras y pistolas. Volví la mirada a los estacionamientos de burger King y chedraui, las personas corrían sin ton ni son, otros se tiraban pecho a tierra entre los carros estacionados huyendo de las balas perdidas, oí los gritos de miedo de madres e hijos mientras corrían sin rumbo con la esperanza de encontrar donde guarecerse de aquella lluvia de plomo. Otra vez volví la mirada hacia la avenida Ruiz Cortines al escuchar la primera explosión. Eso fue una granada –pensé. Entonces detuve la mirada en las copas de un par de arboles cuyas ramas y hojas se movían de forma extraña. Eran rondas de balas que en su trayecto mutilaban las extremidades de aquellos inocentes arboles. En ese momento caí en la cuenta de que me encontraba en muy mal lugar. Inmediatamente me dirigí al interior de la tienda. No había terminado de traspasar el umbral de la puerta cuando distinguí entre las rondas de ametralladoras la segunda explosión. Adentro de la tienda reinaba entre los clientes el miedo y la confusión. ¡Tírense al piso! –Gritaba alguien. Mientras unos se lanzaban al piso entre las cajas registradoras, otros se movían como lo hacen las hormigas cuando se inunda su hormiguero. Alcé la mirada para buscar a Gladis y a Ale entre aquel movimiento amorfo de gente. Vi que me hacia señales agitando ambas manos por encima de su cabeza. Fui a su encuentro. Me alarmé al ver la palidez de su rostro. Nos abrazamos. Ya pasó todo, no te preocupes más –dije en tono calmado. Pensé que las explosiones habían sido en la puerta…y que tú estabas ahí se apresuró a decir. Fue una persecución en la avenida Ruiz Cortines –le expliqué. No sé si se dirigían al centro de Villahermosa o hacia Cárdenas. Afuera se oía el uluar de las sirenas mientras adentro aumentaba el murmullo de la gente. Mañana nos enteraremos del recuento de los daños.
1 comentario:
debe de ser una experiencia por demàs terrorifica encontrarse en un lugar que pensamos ser de los màs seguro y de pronto oir rafagas de metralla golpeteos de granadas y de màs armas que pueden en un abrir y cerrar de ojos terminar con nuestras vidas, sin duda nunga se esta preparado para vivir estos envento que bueno lacandon que escribiste este amargo suceso con tu peculiar forma de redactar lo acontesido.
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