Esta semana cumplí un objetivo que me había propuesto alcanzar desde hace ya unos años. Tardó en llegar más de lo previsto. Muchas cosas sucedieron desde entonces. Algunas de ellas me desviaron y me hicieron dar rodeos dolorosos que en aquel tiempo fueron necesarios. Otras me obligaron a tomar decisiones difíciles que en diversos grados impactaron la vida de cada integrante de mi familia. Hasta este fin de semana tuve el tiempo necesario para pensar con calma en este asunto y me sentí liberado de ese gran compromiso que me debía a mí mismo. Hoy tuve el tiempo suficiente para abrazarme, consentirme y darme las palabras de aliento que merezco no tanto por haber cumplido cabalmente con este longevo propósito sino por la enconada terquedad que me permitió no perderle nunca de vista porque razones para hacerlo hubo de sobra. No serán los únicos apapachos que espero regalarme. Seguro que habrá otros más adelante.
1 comentario:
Las personas que conocemos tu teson, sabemos que eres capaz de alcanzar la metas asi te lleve cien años, sin dudas puedo mencionar una paradoja ¨cuando tomas el arado no hay surco que te salga chueco, saludos Mauro y que los apapachos sean seguyidos los mereces..
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