Tenemos a mi hija Alejandra de visita en casa desde el
jueves. Hoy después del desayuno (que en domingo, para este que escribe es casi comida) la vi
entrar sola a la casa; venía de la calle.
-Pensé que andabas con tu mamá -le expresé plácidamente semiacostodo desde mi sillón-cama favorito.
-Fui a la marcha con Kory –fue su lacónica respuesta
mientras cerraba la puerta con la mano que tenía libre porque con la otra sostenía
un globo blanco en forma de corazón con las palabras “paz” en una cara y “justicia”
en la otra cara.
No existe nada capaz de consolar a una madre que ha
perdido a su única hija asesinada por sus secuestradores. La mataron aun
habiendo pagado su familia el monto de su rescate. Esto solo se explica cuando
la maldad es pura. Así, sin más adjetivos que la califiquen. Maldad atávica de
seres vivos primigenios.
Este cobarde asesinato fue el que detonó, con el esfuerzo
de esta madre tan acongojada por la impotencia y la tristeza, el movimiento social que ha iniciado en Villahermosa como
consecuencia de la inseguridad en que están viviendo sus habitantes. Todo ocurre ante
la mirada impasible de su gobernador Arturo Núñez quien vive días de acuartelamiento en la casa
del gobernador conocida como “la quinta Grijalva”.
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