Visitas de la última semana

domingo, agosto 12, 2007

Kory

El 13 de agosto cumple años Kory. Cuando ella nació yo estaba terminando el penúltimo semestre de la carrera de Ingeniero Mecánico Electricista en la Universidad de Guadalajara allá por el año de 1982. En aquel año, ninguno de nosotros –Gladis, Kory o Yo – imaginamos que el destino iba a conspirar en un futuro cercano para hacernos coincidir en un salón del Centro de Integración Familiar de Reforma Chiapas. Somos un ejemplo vivo del determinismo de la materia. La forma en que llegué al CIFA fue totalmente circunstancial. Semanas antes, este centro de integración familiar había perdido a su maestro de guitarra, y acéfalos, los pocos alumnos que tenía estaban muriendo de aburrimiento; la encargada se dio a la tarea de buscar un sustituto lo antes posible para evitar que aquellos discípulos se descarriaran. Por ese tiempo yo vivía en el Hotel de Solteros y tenía por compañero de habitación a Roberto oriundo de Catemaco Veracruz. La encargada conocía a Roberto por cuestiones de trabajo y no pasó mucho tiempo en que llegara a mí el ofrecimiento por su conducto. Después de meditar algunos días en esa nueva actividad acepté desempeñarla sin mucho entusiasmo, llevado más por un impulso que por un deseo manifestado. Esto fue en el segundo semestre del año de 1985. Días después de iniciadas las clases, entró al salón una mujer –ahora sé que tenía 24 años –vistiendo un pantalón verde camuflajeado tipo army que se me hizo muy feito, “que gusto tan raro” –pensé. Solo la vi unos días, luego dejó de asistir. Era Gladis. En diciembre de ese año fui a Guadalajara a pasar la navidad con mi familia y las clases de guitarra quedaron suspendidas hasta 1986. En los primeros días de enero de 1986, y por mera casualidad, supe que Kory existía. Una tarde de fin de semana salí a hacer ejercicio al pueblo de Reforma y en frente a la farmacia “La Voluntad de Dios” me encontré con la mujer de aquél pantalón de guerra en tiempos de paz; iba acompañada de su mamá Matilde y de su hija Kory. A partir de ese día no nos pudimos sacudir uno del otro. Una vez que empecé a conocer su guardarropa, me fui acostumbrando a su particular gusto por los colores intensos, nada tímidos. Las invitaciones a tomar café se fueron sucediendo con mayor frecuencia cada vez; Kory nada mas al verme la primera vez me asignó el mote de “maco” –chamaco. Esta palabra era el peor insulto que sabía decir a sus 4 años de edad; con esa palabra me saludaba y con esa misma me despedía. De eso hace ya 21 años. Ahora Kory es una profesional de la informática, muy ordenada y responsable; su capacidad le alcanza para hacer bien lo que se proponga. En este aniversario escribo para ella estos recuerdos para que los cuente algún día a sus hijos.

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