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miércoles, junio 15, 2005

Algunos recuerdos

Es el segundo día que llueve en Reforma en forma consecutiva. El inicio de cada periodo de lluvias me trae no se por que razón, algunos recuerdos de mi infancia en mi tierra natal: la Soledad, ranchería perteneciente al municipio de Huejuquilla el Alto Jalisco. Si bien no nací precisamente en ese lugar –según los dichos de mis padres y hermanos mayores nací en una localidad llamada la Grulla en el estado vecino de Zacatecas- fui registrado en Jalisco. De esta época recuerdo particularmente el río cuyo cause partía en dos a la Soledad. En las “secas” este río era apenas un arroyito que se podía sortear sin esfuerzo, sin embargo, en las primeras lluvias torrenciales, este cause abría paso a un caudal “bronco” que le arrancaba los árboles a la montaña arrastrando sus troncos como guiñapos entre sus arremolinadas y turbias aguas. Pocos han tenido la experiencia de contemplar ese momento efímero del nacimiento de un “caudal”, los lugareños se referían a este acontecimiento como “la punta del río”. En ocasiones la gente aprovechaba esta circunstancia para quitarle algunos troncos al río –lazándolos como ganado- con el fin de utilizarlos posteriormente como leña. El crecimiento del río era un acontecimiento esperado por muchos, pero no por María Patrocinio –mi mamá-, para ella ese momento era un motivo de preocupación. La razón no era para menos ya que Jesús –uno de sus hijos- tenía un particular gusto por meterse al río en esas condiciones. No fueron pocas las veces que se vio obligada con toda razón a “amarrarlo” literalmente a la pata de una cama para evitar riesgos innecesarios. Cuando se le escapaba, se zambullía en una orilla para salir varios metros después en la otra esquivando en el trayecto troncos y toda clase de objetos que rondaban su cabeza. Por mi parte, me gustaba cazar tildios y patos con terrones en la orilla de la presa –aunque nunca hice más que espantarlos-. Gozaba ver las liebres salir repentinamente a grandes saltos de entre los arbustos, rápidas y esbeltas. Recuerdo los robles y sus bellotas, los talayotes, el rocío de la vegetación por la mañana, los sonidos de la noche, el olor del ocote y las nítidas noches estrelladas.

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