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martes, junio 14, 2005

Cuando las cosas no salen

Desde hace dos días he tenido que encender el carro con el típico “empujón”. Ayer le cambiaron la batería y arrancó a la perfección. Hoy por necesidades de trabajo me vi obligado a viajar a Villahermosa y al cochino carro ya no le dio gana de regresar, lo dejé en la agencia para una revisión de motor. Gladis hubo de hacer un segundo viaje a Villahermosa, ahora por mí –apenas había regresado del colegio con Pedro y Ale-. Ayer mismo, se llevaron a mantenimiento los equipos de aire acondicionado de la oficina, transformándose inmediatamente el interior en un sauna que me hizo perder líquido tan rápidamente que llegué a la casa con síntomas de deshidratación. Estas dos últimas semanas el calor ha estado insoportable oscilando la temperatura al medio día entre 40 y 42 grados. Poco falta para que a uno se le evapore el cerebro. Por otro lado, están surgiendo problemas con el cambio de colegio de Pedro. Resulta que el colegio en el que esta ahora no ha llevado a cabo unas supuestas reformas que los demás colegios ya implementaron y esto complica la “validación” de algunas materias.
Mientras escribo esto empezó a llover, espero que sea un buen augurio para que termine esta “rachita”. Por lo pronto el calor amainó y eso ya es un buen inicio.
Gracias por tu comentario Yola. Tienes razón, después de los 40 uno tiene la percepción de ir ya de "bajada" y sentimos el impulso de pensar que los tiempos pasados fueron mejores. Tal vez sea porque ya no están con nosotros algunas personas que nos acompañaron -y cuidaron- durante la primera mitad de nuestra vida. No es posible llenar esos huecos, lo más que podemos hacer es poner en práctica lo que nos enseñaron y transmitirlo a nuestros hijos, al fin y al cabo, ahora significamos para ellos lo que en el pasado aquellas personas significaron para nosotros, aunque ahora no lo entiendan.

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