Recibí dos regalos en este día del padre, una playera –de parte de Kory- y un teléfono celular –de parte de Gladis, Pedro y Ale- He sido un renuente en usar un teléfono celular porque mis hijos le han encontrado aplicaciones con las que no estoy muy de acuerdo. Entre la infinidad de usos que le dan esta el de utilizarlo para romper acuerdos y compromisos. Por ejemplo, cuando le dábamos permiso a Pedro de ir al cine -después de dejar bien clara la hora en la que pasaríamos por él- invariablemente le llamaba a su mamá para decirle que fuera por él a otra hora y a otro sitio. Ahora ya no utiliza tanto este recurso porque me vi obligado a recordarle lo importante de cumplir con lo que uno promete.
El motivo principal por el que les compramos celular a Pedro y Ale fue la dificultad que teníamos cuando por alguna razón el transporte escolar no iba al colegio por ellos. Esto nos ponía al borde de la histeria a todos, siendo Pedro y Ale los más perjudicados. Ellos tenían que encontrar el medio de comunicarse con nosotros y después de lograrlo tenían que esperar cuando menos 45 minutos más para que uno de nosotros pudiera llegar hasta ellos.
Pero la realidad ha sido otra, cuando hemos tenido la necesidad de comunicarnos con ellos, o viceversa, resulta que ya no tienen crédito –lo agotan mandando y recibiendo mensajes de sus amigos- En fin, pocas veces a cumplido el celular su propósito original, en cambio, ha sido un barril sin fondo por el que Gladis y yo tiramos el dinero que es un contento.
Por otro lado, no entiendo a las personas que reciben llamadas “de rutina” en medio de una junta importante –o en clases- o en mitad de una conversación de trabajo –o de negocios- Es impresionante el número de ingenieros “novatos” que en mitad de una conversación de entrenamiento en su nuevo puesto se ven forzados a tomar una llamada dejando una impresión negativa en su interlocutor que se queda mientras tanto “siguiendo moscas con la mirada”. Ahora yo correré ese mismo riesgo, todo sea por las urgencias, espero que nunca se presenten.
El motivo principal por el que les compramos celular a Pedro y Ale fue la dificultad que teníamos cuando por alguna razón el transporte escolar no iba al colegio por ellos. Esto nos ponía al borde de la histeria a todos, siendo Pedro y Ale los más perjudicados. Ellos tenían que encontrar el medio de comunicarse con nosotros y después de lograrlo tenían que esperar cuando menos 45 minutos más para que uno de nosotros pudiera llegar hasta ellos.
Pero la realidad ha sido otra, cuando hemos tenido la necesidad de comunicarnos con ellos, o viceversa, resulta que ya no tienen crédito –lo agotan mandando y recibiendo mensajes de sus amigos- En fin, pocas veces a cumplido el celular su propósito original, en cambio, ha sido un barril sin fondo por el que Gladis y yo tiramos el dinero que es un contento.
Por otro lado, no entiendo a las personas que reciben llamadas “de rutina” en medio de una junta importante –o en clases- o en mitad de una conversación de trabajo –o de negocios- Es impresionante el número de ingenieros “novatos” que en mitad de una conversación de entrenamiento en su nuevo puesto se ven forzados a tomar una llamada dejando una impresión negativa en su interlocutor que se queda mientras tanto “siguiendo moscas con la mirada”. Ahora yo correré ese mismo riesgo, todo sea por las urgencias, espero que nunca se presenten.
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