Este día me vi obligado a tomar una decisión difícil, decir a Ale que regalara su perico “paco”. Se que significa mucho para ella, además de que toda la familia ya estaba muy encariñado con él (incluso yo). La condición que se le puso y que ella aceptó cuando recién lo adquirió fue que sería la responsable de cuidarlo y alimentarlo, cosa que sucedió solo al principio. Después de un tiempo empezó a disminuir el interés por cuidarlo, dejando gradualmente esa responsabilidad a su mamá. Los problemas empezaron a surgir gracias a la costumbre que Ale adquirió de sacarlo de su jaula y dejarlo que recorriera la casa sin vigilancia. A partir de eso empecé a notar que a mi radio de comunicación le empezaron a desaparecer uno a uno los botones. Cuando desapareció el último botón observé que alrededor del radio había “caca” de pájaro. Esa fue la primera llamada de atención para Ale que a partir de entonces se comprometió a ser más cuidadosa cuando el ave estuviera en libertad. Algunos meses después, Ale me dio la noticia que paco había arrancado algunas teclas al teclado de mi laptop. Tardé una semana completa de mi tiempo libre colocando en su lugar esas maldecidas teclas. Esa fue la segunda llamada de atención que recibió Ale, pero ahora con el agregado de que le buscara una familia sustituta, ya que por su falta de compromiso y responsabilidad iba a suceder en el futuro algo más grave. Se comprometió entonces, a que a partir de ese momento, solo lo tendría afuera cuando ella misma lo pudiera vigilar. Por el cariño que yo mismo le tenía a paco, me hice de la vista gorda con aquello de “buscarle una familia sustituta”. Ahora sucedió la tercera llamada de atención. Resulta que paco le arrancó todas las teclas al teclado de una computadora de escritorio. Dije a Ale que desafortunadamente ya no podía confiar en su palabra con respecto a todo este asunto. Aunque debo reconocer que en esta ocasión ella no fue la responsable directa de este “teclicidio”. Fue Romana la que lo dejó en libertad esta vez, y como paco no la quiere ver ni en pintura (estoy seguro de que lo maltrataba en nuestra ausencia), no se molestó en volverlo a meter en su jaula. Esto no le quita responsabilidad a Ale ya que a pesar de estar conciente del gusto de paco por masacrar con el pico todo lo que se interponía a su paso, nunca prohibió a la testadura de Romana dejarlo en libertad sin vigilancia.
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