Mientras otros estados de la república sufren por el recrudecimiento del frío yo disfruto los pocos días frescos que nos regala el nuevo año. Casi todas las noches de mis años en esta tierra los edredones han aporreado a mi sueño sin descanso. Estos algodoníferos enseres que cumplen también la función de vestir mi cama (su compinche) se han dado a la tarea de espantarme siempre el sueño como venganza tal vez a tanta vuelta que les acomoda la lavadora. Me complace que en estos días sea mi sueño el que deje al edredón rumiando su descontento. Con Gladis pasa lo contrario; ella es amiga inseparable de sabanas, cobijas y edredones. Esta sociedad se intensifica en estos días para juntos dar batalla a su enemigo común “el frío” que en realidad apenas alcanza a ser un tímido soplo fresco. Mientras yo deseo mas días come estos, Gladis desea más días como los otros (los de 38 y 40 grados). Como para reforzar lo que digo, ahora mismo ella ya esta estornudando sospechosamente a mi lado. Mala suerte.
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