En el ocaso, cuando los rayos del sol tiñen de rojo el horizonte, las aves regresan a su lugar de descanso preferido. Es común mirar en las tardes árboles atiborrados de pájaros que revolotean escandalosos alrededor del follaje disputándose la mejor rama o tal vez la mejor compañía. Es el caso de un árbol que siempre miro cuando regresamos a casa ya de tarde procedentes de Villahermosa. Este árbol sin follaje, de ramas pelonas, sin gracia alguna, se transforma por las tardes en una bola blanca que contrasta con el fondo verde de los árboles vecinos. La razón de esta metamorfosis es que sirve de posada y hospedaje a cientos de garzas blancas que lo embellecen al grado de hacerles hervir de envidia la clorofila a los follajes vecinos. El que guste ser testigo de esta transformación le recomiendo que si cruza de tarde el puente que sortea el río a la altura de la Isla (ranchería Plátano y Cacao), con dirección a Reforma Chiapas, mire a la izquierda, en dirección de las 11 (manecilla horaria del reloj) y verá esta bola de nieve en la margen del río.
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