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miércoles, enero 09, 2008

Instinto de supervivencia

En la mañana, de camino al trabajo, vi un ave rapaz parecida al gavilán alimentándose sobre la carpeta asfáltica. Al sentir la presencia amenazante del vehículo, el plumífero depredador levantó el vuelo trabajosamente con la presa entre sus potentes garras. Disminuí entonces la velocidad para darle oportunidad de que se elevara por encima del coche. Aleteó vigorosamente para levantar su pesada carga que, gracias a la lentitud del despegue, pude observar claramente que se trataba de un zorro (tlacuache) a medio comer. Como la presa le igualaba en tamaño y en peso, tardó unos 5 segundos (cinco formidables aletazos) para vencer la fuerza de gravedad, tiempo que permaneció suspendida en el aire, como a 30 centímetros del piso, sin poder ganar altura. Se dará por vencida y soltará su carga para poder elevarse –pensé. Disminuí aún más la velocidad para no envestirla porque estaba decidida a no soltar su presa. Con mucha dificultad y gracias a una increíble fuerza de voluntad logró superar el empuje necesario para romper el equilibrio gravitacional. Hasta entonces empezó lentamente a ganar altura sin llegar a superar el metro y medio del piso. Esta raquítica elevación fue suficiente para sortear apenas la alambrada perimetral de la carretera al otro lado de la cual se encontraba su mundo, el monte, la vegetación, la naturaleza, la tranquilidad. Llegó desfallecida al otro lado, pero con su preciada carga. Me impresionó y me dio gusto a la vez poder ser testigo de esta efímera estampa natural de la lucha diaria por sobrevivir. Ahora, al rememorar este acontecimiento, caigo en la cuenta que fue gracias a él que disfruté mi trabajo más que otros días.

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