¿Sueño, a donde te fuste que me dejaste solo con la vigilia? Pasé una noche de pleito con sábanas y edredón. Mi sueño se fue de juerga cuando apenas ponía la testa sobre la almohada. Eché mano a toda clase de recursos y sortilegios para apurar su regreso y hacer que reanudara su labor lo más pronto posible. Nada parecía dar resultado. Conté borreguitos, me metí a la regadera esperando que el agua fría ayudara con la tarea, platiqué conmigo mismo hasta agotar los temas interesantes, busqué formas conocidas entre la penumbra y los pliegues de las cortinas. Le dio gana regresar como a las 4 a.m. Seguro que traía un mazo con el que me dio en la cabeza porque no supe de mí hasta casi las 8 a.m.
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